Cuando pensamos en la realización de una obra o reparación una de las primeras cosas que nos viene a la mente es la herramienta necesaria para su ejecución. Si somos parte de una empresa o estamos acostumbrados a este tipo de actividades es muy probable que tengamos bien claro qué material utilizar para cada acción.

Es habitual que, una vez terminado el paso realizado con una herramienta concreta, ésta vaya, directamente, a la caja donde apilamos todas sin ningún criterio especial, quedando a la espera de la próxima vez en la que podamos necesitarla. Es un error muy común que hará que todas ellas se vayan degradando y pierdan, no solo la efectividad para la que fueron concebidas sino, también, la estética bonita e interesante que nos llevó a adquirirlas. Entonces, ¿cómo mantener su estado óptimo? Para evitar que se produzcan estas situaciones es importante tener en cuenta qué pasos dar antes de abandonar una herramienta durante meses, perdida entre la maraña de elementos de bricolaje que inundan, en muchos casos, los cajones y armarios de nuestras casas.

Seguramente no probarías, siquiera, a atornillar una pieza usando una maza o martillo para ello. Entonces, ¿por qué no tener el mismo cuidado y la atención necesaria una vez terminado su uso? Cuando una herramienta haya estado o esté, de forma natural, en contacto con líquidos y humedades el secado es parte fundamental. Se ha de secar correctamente las zonas de difícil acceso debido a que su composición, especialmente la parte metálica, puede generar óxido y eso acabar con la utilidad de nuestro material.

Un lugar seco y fuera del alcance de los rayos del sol es el sitio ideal donde guardar todos los elementos de obra, igual que debemos huir de los trasteros o terrazas si estos presentan un alto porcentaje de humedad.

Las piezas que en sus extremos tengan puntas o dientes, como pueden ser las sierras, pueden ser recubiertas por piezas de goma que eviten futuros contratiempos como roturas o torceduras, lo que dejaría totalmente inutilizable la herramienta en una obra posterior, que llevaría a hacer un nuevo desembolso en una nueva. Recuerda, además, que todo el material empleado para el corte debe ser afilado con cierta asiduidad, con el objetivo de mantener siempre al máximo sus capacidades.

Por su parte, las herramientas eléctricas deben conservarse según establece el fabricante, alargando su vida útil. La correcta limpieza de todas sus partes, así como el engrasado de aquellas que lo requieran, ayudará a mantenerlas en perfectas condiciones, listas para su siguiente uso.

Si se pueden conservar en su caja original, mucho mejor, pues estará más protegida ante las inclemencias o posibles golpes. Lo habitual es confinar todas las herramientas en un solo espacio, pero para hacerlo se ha de tener en cuenta, de forma especial, el peso de todas ellas, ubicando en partes superiores las de menor masa dado que, si se realiza equivocadamente al revés, el propio peso puede deformar o romper aquellas que se sitúen en la parte inferior.

Siguiendo estos simples consejos el material de obra se mantendrá en su estado óptimo mucho más tiempo y nos evitará buscar reemplazos cada vez que deseemos acometer una reparación en el domicilio.